dilluns, 12 de gener del 2015

La primera poesia acabada... Camuñas!

Els alumnes de 6è han hagut de dedicar molt de temps a elaborar la seva poesia, ja que la seva cançó ha de quedar acabada a final de curs. Els altres grups tenen la possibilitat d'acabarla al primer trimestre del proper curs. Aquí teniu la seva poesia del llibre "Camuñas" de l'editorial OQO.

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¿Conoces a Camuñas, el que nunca se corta las uñas? 
 Cuando abras los ojos junto a tu cama me verás
Y directo a mi barriga irás...

En una casucha al otro lado del bosque vivía un brujo aterrador.
Su cutre laboratorio desprendía un gran hedor.
 Verde, peludo y cruel, su nombre era Camuñas.
Asqueroso era él, ya que  nunca se cortaba las uñas.

En las noches de luna llena, Camuñas aireaba su melena.
El bosque atravesaba, la montaña subía y bajaba,
de un brinco cruzaba el río, a la caza de cualquier crío.
Recorría un largo camino, para llegar a su destino.

Camuñas... era un brujo normal
que hacía brujerías normales con ingredientes especiales.
Lenguas de sapo, mocos de araña, intestinos gorrinos,
ajos y ojos y ¡algunos piojos!, queso podrido ¡un poco mordido!

Asomada a su ventana, a una niña vió.
Escondido entre las ramas sus uñas afiló.
Con el meñique hizo palanca para llegar a la pequeña Blanca.
Muy despacio y sigiloso a su cama se acercó. 

Cuando estaba cerca de Blanca, apuntó con el índice a su garganta.
Dispuesto a atravesarla, no pensaba  despertarla.
Sin poder evitarlo, la niña sus ojos abrió
porqué a Camuñas, sin quererlo, un pedo se le escapó.

Camuñas... era un brujo normal
que hacía brujerías normales con ingredientes nada especiales.
Lenguas de sapo, mocos de araña, intestinos gorrinos,
ajos y ojos y ¡algunos piojos!, queso podrido ¡un poco mordido!

Blanca sonrió y... “¡¡¡El brujo pirujo!!!”- exclamó.
Camuñas se lo negó y sus largas y afiladas uñas le enseñó.
Entonces la pequeña observó:

-Tu nariz de berenjena, me da bastante pena...
y tus pocos dientes podridos están descoloridos.-
-Tus ojos son saltones y rojos,
y ¿qué decir de tu melena? Cuatro pelos, ni uno más ni uno menos.

El monstruo a la niña lamió, y un grano en la lengua le salió.
Desorientado y deprimido, a su casucha volvió. 
Tenía que salir de dudas; en su desván un espejo encontró.
Al ver al fin su reflejo, el pobre se quedó perplejo.

Blanca, lista y astuta, a nuestro Camuñas engañó.
Él era el Brujo Pirujo y el pobre nunca se enteró.
La niña, con mucha ternura, le hizo la manicura.
Para acabar, un consejo: No olvides mirarte, de vez en cuando, al espejo.


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